En el actual panorama mundial, sobre un paradigma occidental de continua aceleración y demanda productiva; parece estar cómodo con respuestas “absolutas”.

 

No podemos negar que somos tataranietos de Newton y el siglo XVIII marcó la manera en que se plantearon los axiomas de la ciencia y la física clásica. Se instaló una visión mecánico eficientista como si todo fueran máquinas y accesorios de repuesto. Si a esto le agregamos la velocidad de la máquina de vapor del siglo XIX (revolución industrial) pareciera que estamos a bordo de un barco destinado a nunca detenerse, de ser más rápido y más sólido; nuestro paradigma occidental Moderno.

 

Posiblemente, su punto débil es que la naturaleza de las cosas no es precisamente absoluta, es móvil, cambiante.

Nos haría sentir mal descubrir que después de un largo camino recorrido aquellas conclusiones fijas resultan ser un discurso que necesitábamos construir y ya no es del todo acertado.

 

La lente occidental incapaz de captar la sutileza de la realidad, llena de complejos intercambios de información y flujo de energía inagotable. Que todo esto supera nuestra capacidad de análisis y más atinado sería danzar, fluir y navegar este grandioso sistema dinámico llamado Universo.

 

La presente serie de escultura propone un discurso estético sobre la esencia de un principio dinámico que subyace al mundo material y lejano de ser “absoluto”.